martes, 11 de diciembre de 2007

Las aventuras de un fin de semana


Este fin de semana fue playero, aunque la clasificación podría ser "aventurero". Cuando pensamos en aventura se nos vienen a la mente un montón de imágenes al estilo Indiana Jones, saltando precipicios, venciendo serpientes horrendas, para finalmente obtener lo que nos impulsó a emprender esa misión. Bueno, de cierta forma, mi fin de semana fue así.

Todo comenzó con un plan bastante inocente y "normal" de esos tipo: "hey deberíamos organizar un viajecito pa' la playita este fin... aprovechando que viene un pana de Alemania". La respuesta de alguien como yo (blanca como una pared y con ínfulas de "wannabe" morena) fue: "¡claro! dime dónde, cuándo, cómo y cuánto hay que poner pa' eso". Todo quedó perfectamente planificado: el grupo ya estaba conformado, la hora de llamado era para el sábado en la tarde. Desde Caracas saldríamos hacia Chirimena para aprovechar el maravilloso domingo super soleado -en mi mente-.
El sábado el panorama era bastante nublado, pues amaneció lloviendo -claro, de seguro los pronósticos metereológicos indicaban que no habrían precipitaciones durante todo el fin de semana-. Me levanté y mandé un mensaje a Vane, quien me informó que su amigo alemán no vendría a tiempo para irse con nosotros a Chirimena. Primer problema. "Oh oh" -pensé-. Cabe destacar que toda la idea de ir a la playa era porque el pana de Vane venía a Venezuela después de no sé cuántos años y bueno... ya usted sabe el resto. Ok, sin la excusa del pana, igual teníamos que ir a la playa porque por supuesto ya habíamos pagado la posada donde nos quedaríamos de sábado para domingo.
Una vez superado ese pequeño inconveniente decidimos emprender nuestro viaje hacia Higuerote. La carretera bien, todo maravilloso. Llegamos a Chirimena -pueblo de una sola calle, ida y vuelta- y nos instalamos en el cuarto. Segundo problema: las luces no funcionaban. "Será una velada romántica" -pensamos todos-. Al menos el aire funcionaba. Luego de hablar de varios temas, decidimos lanzarnos a los brazos de Morfeo, solo para descubrir al día siguiente que estaba cayendo tremendo diluvio.
Ahí me asusté, pues obvio que si llueve no hay sol, si no hay sol no hay bronceado. Afortunadamente el astro salió y emprendimos nuevamente un viaje hacia una playa "buenísima" llamada Caimán. Cuando llegamos nos instalamos donde pudimos, pues no había casi orilla, el mar estaba muy picado y había más o menos gente. Decidimos quedarnos ahí e intentar pasarla lo mejor posible. Aquí es cuando continúan las aventuras, pues aquellos valientes del grupo que decidieron meterse al agua salieron con las tablas por la cabeza, es decir, lucharon contra la corriente para no ahogarse y poder llegar a la orilla -con cara de trauma comprensible luego del susto-. Por otra parte, el mar tenía una operación de sabotaje total, pues a cada rato teníamos que movernos porque las olas llegaban hasta donde estábamos. El cielo decidió unirse a esta labor y abrió el grifo, otro diluvio más pues. Cansados ya de tanto trajín -a las 12 del mediodía- nos montamos en el carro y fuimos a recorrer otros parajes en busca de la playa "ideal".
Eso sí fue un trayecto digno de ser grabado por las cámaras del Fun Race 4x4 de Globovisión. Subidas, bajadas, todo lleno de lodo. Muy emocionante, pero sin bebidas espirituosas. Finalmente nos estacionamos como en cuatro playas más y en ninguna nos bajamos porque había demasiada gente, poca orilla y mucho mar alborotado. Achicopalados, decidimos que era hora de ir a la posada, arreglarnos y volver a Caracas. ¡Pero el milagro ocurrió! Salió el sol y nos quedamos en una platabanda de la posada, con un súper descubrimiento: el chorrito. Ese mágico chorro de agua fue lo máximo, mejor que ninguna playa. Tomamos un poco de sol, pero volvió a llover, así que ese fue el indicio de que era la hora de marcharnos.
Básicamente el clima conspiró contra nosotros, pero logramos sobrevivir a todas las cosas que nos pasaron. Pero para mí hubo una frase que resume lo que fue el viaje: "todo ha sido una búsqueda". Le doy el crédito a David, novio de Vero, por haber dicho en una sola palabra lo que fue todo el paseo.
En nuestras vidas, muchas cosas se resumen a esa palabra: búsqueda. ¿Qué buscamos? El rango es variado, todo depende de la etapa en la que nos encontremos y de la personalidad de cada quien. Cuando somos pequeños buscamos satisfacciones inmediatas: juguetes, buenas notas, diversión, etc., pero a medida que vamos creciendo las prioridades cambian y también nuestras necesidades. De ellas dependen lo que buscamos. Muchos son afortunados y encuentran lo que buscan sin mucho esfuerzo, otros deben luchar un poco más por aquello que desean.
Obviamente no es una sola la búsqueda, son muchas e infinitas, van desde lo más pequeño hasta lo que cataloguemos como más importante. Son muchos los caminos que debemos recorrer para alcanzar lo que queremos, ese tesoro que se esconde al final de todos aquellos arcoiris que ponemos en nuestras caminos. Creo que todos los días estamos buscando algo, es lo que nos mantiene vivos, atentos a la vida. Pensemos un momento si no existiera algo que nos motivara a levantarnos de nuestras camas, si no hubiera algo que quisiéramos alcanzar y por lo cual tenemos que realizar esa búsqueda... Tendríamos absolutamente todo lo que queremos, no nos esforzaríamos por nada ni por nadie pues habría garantía de que está ahí. En fin, sería una existencia bastante aceptable, pero aburrida.
Tal vez es por esa razón que todo aquello que nos ha costado algún tipo esfuerzo lo apreciamos más que lo que obtuvimos sin hacer nada. La búsqueda no es más que el camino que debemos atravesar para probar de qué estamos hechos, de qué somos capaces, qué tanto merecemos el premio final y qué tan valioso es ese algo -o alguien- como para soportar lo que venga con tal de tenerlo. Sólo habiendo atravesado todo eso sabremos si la búsqueda valió la pena o no. Así como hay probabilidades de que ese tesoro sea oro en bruto, existe la posibilidad de que todo haya sido una ilusión óptica, una simple treta, pero que igual nos deja lecciones.
¿Cuántas veces no le ha pasado que vive en una sola búsqueda? Así como nosotros buscando la playa "ideal". Me parece que es una situación peligrosa, porque puede ser indicio de que no está muy claro con lo que realmente quiere o sencillamente no acepta que ese "algo" tal vez no es para usted. No quiero decir que no deba ir tras sus sueños y metas, sin embargo hay que sincerarse con uno mismo. Tal vez luego de intentarlo en repetidas ocasiones -y de fracasar- ud. deba replantearse el objetivo y la forma de aproximarse a él. Nunca está demás un poco de reflexión, eso ayuda a aclarar el panorama y a eliminar los vicios que haya adquirido en el camino.
Conclusiones:

- Si lo invitan cordialmente a un viaje de playa, acepte, no tenga miedo. Cualquier cosa que ocurra será digna de ser contada a sus futuros nietos.
- Si va a la playa con intenciones de broncearse tenga la seguridad de que lloverá. Con un poco de suerte tal vez haga un poco de sol para que le dé calor y regrese colorado.
- Viva sus aventuras a plenitud, disfrútelas como lo que son. No se repetirán de la misma forma, ni con la misma gente, es decir, son únicas.
- Nunca abandone sus búsquedas, sus sueños y metas. Si nada mucho y no logra pasar de la orilla tampoco se mortifique demasiado, a lo mejor sólo debe reformular el objetivo y la forma de llegar a él. Probablemente obtenga mejores resultados luego de esto.
- No asuma que encontrar el "tesoro" al final del arcoiris es su única ganancia. Recuerde todo lo que vivió para llegar ahí y todo lo que arriesgó para obtener lo que deseaba.


3 comentarios:

Keyla dijo...

Créeme que estoy viviendo una situación parecida...llegue a l playa convencida de que esa era donde me iba a broncear, iba a chapotear contenta e iba a morir de la felicidad. Pero...la playa tenía un letrero de "Cerrado por Agua Malas". "La pistola!" me dije yo...ni de casualidad me meto yo en esa agua, ¿a ver si me pica? Mejor le paso por un ladito...convencida aun de que era esa la playa...sin embargo ayer fue el día en que todo se aclaró. De b...s que no es la playa, que la playa tiene su baywatch y que no hay vacante....joder! que hay otras playas! Bueno, agarré mi traje de baño, mi sombrilla, mi protector y mi toalla (y una Margarita aguada en Café Olé) y me fui pal co...a pasear por montañas y bosques, capaz unose encuentra con algo mejor en esos parajes. Un saludo a la playa y a la baywatch...el sol me llama desde otros parajes ;)

Anónimo dijo...

Esoooo !!! China que buen relato y que bueno el giro de la "busqueda", filosófica la muchacha seguire sus relatos, escribes bien finooooo

Avi Quijada dijo...

Como parte del reparto de la "la busqueda" y aparte proveedora de la ofrenda que se le hizo a la madre naturaleza que se empeño en reivindicar a un arbol de caucho dolido del Amazonas, agrego un punto de vista totalmente valido; Cuando la busqueda se trata de ese camino en el cual aprendemos y experimentamos hasta llegar a lo que querìamos, aun cuando no se tan satisfactorio, empiezan a aflorar esta raza freak en la cual son solo thrill seekers, que viven solo para experimentar ese camino, a veces sin ni siquiera aprender, solo sentir el rush de estar ocupados en la busqueda de algo que como automatas los llena sin satisfacer una necesidad verdadera.
Kudos...