lunes, 17 de diciembre de 2007

Una vida, ¿un destino?


Destino, una palabra con varias acepciones. Según el Pequeño Larousse Ilustrado se define como "hado, suerte. Encadenamiento necesario y desconocido de los acontecimientos". En otro post anterior (creo que el primero) comenté un poco acerca de este fascinante y polémico tema, pero ligado con la memoria y nuestros recuerdos. En este caso quiero hacer una reflexión acerca de lo que acontece en The Butterfly Effect (El Efecto Mariposa), película protagonizada por Ashton Kutcher, en la cual descubre que tiene el poder de modificar el destino, a través de una "regresión". Para muchos es una película mala, cuya trama es absurda o banal. Para mí es una oportunidad para pensar acerca de algo que todos los humanos hemos querido hacer al menos una vez en nuestras vidas: cambiar el pasado.

En mayor o menor medida, todos nos hemos arrepentido en algún momento de una decisión tomada, nos hemos preguntado qué hubiera pasado si hubiéramos escogido otro camino. ¿Sería un cambio radical en nuestra vida?, ¿seguiríamos en el mismo sitio y con la misma gente? Tal vez sí, tal vez no. Nadie lo sabe, por eso me parece tan interesante esta película, en el sentido de que observamos cómo el protagonista se da cuenta de su poder e intenta jugar a ser Dios, cambiando cosas de su pasado y, por ende, de su presente.

Al principio, la idea de cambiar un hecho en el pasado me hace saltar de la alegría. Pienso "si tuviera ese poder, ¿en qué lo usaría?". Luego lo analizo un poco más y digo "bueno y si me pasa como a Ashton Kutcher que cambió tantos hechos, tantas veces, para darse cuenta que su destino no era estar con Kaileygh". Claro, ese es el riesgo que correríamos si tuvieramos esa habilidad y decidiéramos utilizarla.
Es aquí cuando reflexionamos acerca de la definición de la palabra destino, pues "si algo debe suceder, sucederá". Así dice una corriente. Otras personas prefieren ver al destino como algo que puede ser modificado, pues está en nuestras manos, es decir, viene dado por las decisiones que tomamos. Y es aquí cuando me pregunto ¿para qué existen las decisiones si todo está escrito ya?, me parece un poco contradictorio el hecho de que exista el libre albedrío cuando alguien allá arriba sabe de antemano lo que nos depara el futuro. Nuevamente me remito a la película, Ashton Kutcher decide cambiar hechos de su pasado para solucionar problemas de su presente y lo único que obtiene son más complicaciones. ¿Por qué? porque si algo hemos aprendido de todas estos filmes es que si modificas algo del pasado, tu presente será otro. Un clásico.

Otra duda que inevitablemente viene a mi mente es la siguiente: si asumimos la teoría de que el destino lo hacemos nosotros mismos, ¿de qué viven los astrólogos, los que leen el tarot, las runas, las piedras, etc? Muchos dicen que ellos sirven como "guías", otros piensan que es un engaño porque nadie puede predecir lo que va a ocurrir dentro de cinco minutos. Basta con fijarnos en el clima, tan impredecible como los seres humanos, para darnos cuenta que ni siquiera sofisticados equipos utilizados para la predicción de éste, pueden ser confiables al 100%, pues siempre existen chubascos dispersos que no estaban contemplados en el reporte metereológico de hoy. Así son nuestras vidas.

Estando las cosas así sólo hay dos posibles caminos. Aquel en el cual decidimos entregarnos a la suerte, a seguir lo que diga el horóscopo de la semana, a lo que diga la bruja que lee el tarot en Sabana Grande, en fin, a entregar nuestra vida a cualquiera, menos a nosotros mismos. Es decir, delegamos la responsabilidad de nuestras decisiones a ese ente misterioso llamado Destino.

El otro camino es aquel en el cual tenemos control absoluto de nuestras vidas y asumimos total responsabilidad ante las decisiones que tomamos, sin prestarle mayor atención a lo que un horóscopo o una bruja puedan advertirnos. De esta forma garantizamos que el éxito o la culpa de lo que suceda será nuestra responsabilidad en mayor parte.

Creo que la película nos recuerda dos cosas importantes:

1.- No somos Dios. No tenemos el poder de cambiar el pasado, pero sí de mejorar nuestro presente. De nada sirve tener un poder para cambiar el pasado, si esto implica que nuestro presente va a cambiar también, incluso para algo peor de lo que estamos. Siempre habrá alguien insatisfecho por los cambios realizados -como los amigos de Ashton Kutcher-. En vista de que no podemos cambiar el pasado, solamente nos queda aprender de él para no cometer los mismos errores y de esta forma, podamos crecer como seres humanos.

2.- Citando a Wikipedia, la teoría del Efecto Mariposa reza lo siguiente "su nombre proviene de un antiguo proverbio chino: 'el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo'. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema natural, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas totalmente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande".
Esto, aplicado a nuestras vidas, se resume en que todo lo que hacemos tiene algún tipo de efecto en la vida de los demás. Vemos claramente cómo Ashton Kutcher modificaba algo del pasado e inmediatamente había cambios en su vida y en la de los que lo rodeaban. Digamos que no todo puede ser visto de forma tan extrema, sin embargo es verídico que todas nuestras decisiones afectan en mayor o menor medida a los que nos rodean. Por ello, hay que tomarlas conscientes de los cambios que vendrán, pero convencidos de que eso es lo que deseamos.

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